miércoles, 23 de mayo de 2007

EL PRIMER ESCRITOR DE EL SALVADOR

Por David Gómez

Catalogado dentro de la literatura salvadoreña como el primer poeta que ha dado El Salvador, se encuentra Miguel Álvarez Castro, quien nació en una pequeña hacienda cerca de la ciudad San Miguel, en una fecha aún imprecisa entre los años de 1785-1795. Descendiente de una familia humilde, demostró desde pequeño gran interés en el estudio, siendo el hogar de sus padres su primera escuela. Con el tiempo tuvo la oportunidad de estudiar latín, matemática y filosofía en el colegio de infantes ubicado en Antigua Guatemala.

Lamentablemente sus estudios fueron truncados luego del deceso de sus padres, motivo por el cual tuvo que regresar a su casa desamparado y solo. Duro golpe en la vida del joven pero que no frustraron en ningún momento sus deseos de seguir adelante. Desgraciadamente en la actualidad no se cuenta con documentos que nos brinden mayor información acerca de él, y lo poco que alcanzamos a conocer paulatinamente se ha ido borrando, pues no es de extrañarse que en el país no se conozca el precioso legado literario del primer poeta cuzcatleco.

Muchos fueron los acontecimientos que sucedieron en su vida. Es así que presentamos un pequeño resumen cronológico y un poema titulado A Cintia en el cual se observa a ese poeta de corte clásico, digno de ser leído y escuchado.


¿1785-1795? Nace Miguel Álvarez Castro cerca de la ciudad de San Miguel
1827 Escribe su elegía A la muerte del coronel Pierson, quien fuere asesinado por los conservadores guatemaltecos.
1839 Funciona como colaborador literario en La Miscelánea, folletín que posteriormente inauguró La Prensa Gráfica.
1840 Es elegido por Francisco Morazán como general de división del ejército salvadoreño.
Es exiliado del país y se refugia en Colombia, Perú y otras partes de Centroamérica.
1842 Retorna a El Salvador
1843 Le es concedido asilo político en México. Participa como redactor en El periódico del pueblo. Por atacar a través del periódico al cónsul inglés Frederic Chatfield y al obispo salvadoreño Jorge Viteri es obligado a abandonar el país con destino a Nicaragua. Se instala en León, aliándose con Joaquín Rivera y otros políticos con el objetivo de arremeter contra Francisco Malespín.
1844 Regresa a El Salvador acompañado de otros liberales de la insubordinación de Gerardo Barrios.
¿1855-1856? Muere pobre y enfermo en una hacienda olvidada en la ciudad de San Miguel.


A CINTIA

No por mi pasión debiera
En tan fausto y claro día
Celebrar tu natalicio
Entre cantares y vivas.

La alabanza en propio labio
Bien lejos de ser creída,
En n borrón que oscurece
las prendas más efectivas.

Pero si elogiar supieron
En sus hermosas poesías
Tíbulo á su cara Delía,
Taciano á su dulce Antilla:

¿Qué mucho que yo te ponga
Junto á las estrellas mismas
Y que competir te haga
Con Juno y Vénus divina?

¿Sería esto una locura
Esto un delito sería?
¡No! ¿Pues á que sofocar
Los impulsos que me animan?

Vamos… pero no: el silencio
Mi moderación remita
Cuando de ti, Cintia hermosa
Cantar mi musa podría.

Los imparciales que saben
Dar al mérito su estima
Decidirán si tus prendas
De alabanzas ó no son dignas.

Honor a quien honor merece, serían las palabras para definir al poeta Álvarez Castro, no sólo por ser un poeta más sino porque se ha desvalorizado la enorme labor de este salvadoreño al tener ese precioso aporte histórico-literario de su época. Se manejan inmensas discusiones como aquella de que sólo existe literatura después de Francisco Gavidia. Pero opino que olvidar a nuestros antecedentes en la literatura es admitir que no poseemos una construcción o evolución lógica de la palabra. Gavidia fue quien fue, porque había toda una tradición que le antecedía no sólo internacional, sino también nacional. Pero esa es materia para otra discusión.

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